lunes, 18 de septiembre de 2023

El supuesto peligro de la Inteligencia Artificial

  


Desde hace algún tiempo abundan en las noticias y en las redes sociales advertencias de todo tipo sobre los peligros, cada vez peores, de engaño, manipulación y control de la población que presenta la inteligencia artificial, incluso por parte de algunos de quienes cabría esperar una actitud menos apocalíptica, dado que provienen profesionalmente de ese campo. Lo que demuestra, una vez más, que el ser humano no solo actúa en función de su racionalidad y que los miedos atávicos a veces pueden superar el sentido común. Si algunos de los profesionales del área son tan susceptibles ante temores irracionales, es fácil comprender el temor y el recelo que la Inteligencia Artificial puede generar en el ciudadano común cuya experiencia en el tema no supera el nivel de usuario, sobre todo frente a desarrollos tan impresionantes como los ChatBox o la creación informática de “personas” en apariencia reales, capaces de reaccionar y de interactuar con nosotros, que simplemente no existen.         

La IA no es otra cosa que un sistema automatizado (o un conjunto de sistemas automatizados) de recopilación de información y deducción de consecuencias basadas en estructuras lógico-lingüísticas previamente introducidas mediante una serie de pasos organizados, lo que se llama algoritmos de programación, a partir de patrones formalizados de comportamiento humano. Puede sorprender la similitud con los modelos de razonamiento humanos, sobre todo desde que se empezó a perfeccionar el uso del lenguaje natural en la informática, alejando la interfaz usuario-ordenador de los antiguos modelos basados en lenguaje de máquina. Pero la Inteligencia Artificial no hace otra cosa que aplicar reglas deductivas a una base de datos que nosotros mismos hemos originado (o, más propiamente, el programador o los programadores del sistema) con el fin de simular nuestros propios patrones de comportamiento. Una de las características de los sistemas deductivos es la total carencia de creatividad concepto que es actualmente objeto de investigación psicológica y neurolingüística, sobre cuyos orígenes y mecanismos aún no existe un consenso general. Construidos exclusivamente sobre procedimientos recursivos (como lo es toda la matemática, en la que se basan), son incapaces de concebir y tomar decisiones independientes. Incluso los sistemas de IA de “autoaprendizaje automático” o “aprendizaje inteligente” consisten simplemente en procesos de reforzamiento o descarte de consecuencias deductivas a partir de estadísticas comparativas sobre una amplia base de datos.

Por otra parte, el ser humano ha sido siempre manipulable, como han sabido los políticos y los publicistas desde hace mucho tiempo. Más manipulables, y controlables por los grupos de poder, cuanto menor sea su nivel de información objetiva y su capacidad crítica y de análisis, lo que aquellos han aprovechado siempre para sus propios fines. La IA es una herramienta extraordinaria que, como todas las herramientas, puede usarse con fines loables o execrables. El ser humano es el único responsable del uso que se haga de ella y de sus consecuencias. Y como nunca falta gente inescrupulosa capaz de hacer cualquier cosa por obtener un beneficio propio a expensas de los demás, corresponde a la sociedad defenderse de esas malas intenciones. La única manera de hacerlo, y la mejor, es mediante la educación bien entendida: el fomento de una actitud de crítica objetiva en las aulas ya desde la primera infancia, y el requisito de confirmación de cualquier información, cualquiera que sea su fuente.

Por supuesto, el ser humano es susceptible de error, y todo el mundo puede ser engañado. Nos pueden engañar con el uso del lenguaje (desde el llamado Test de Turing, que ya propuso el célebre investigador en los inicios de la informática), o mediante la voz o la imagen… O, peor aún, con una eficaz combinación de todas estas cosas. El engaño y la manipulación siempre han existido. Y la mejor y más eficaz forma de combatirlos es y ha sido siempre una educación que invite a pensar, que es la mejor herramienta contra cualquier forma de engaño, manipulación o adoctrinamiento. Un ciudadano bien informado y con espíritu crítico será siempre mucho menos manipulable que quien carece de esta formación. No hay que temer a la Inteligencia Artificial, como no hay que temer a ningún instrumento creado por el hombre. A quienes debemos temer es a quienes intentan usarlos con retorcidas intenciones. Pero ante ellos podemos y tenemos que desarrollar la mejor de las armas: una sociedad educada en la ciencia y con mentalidad de análisis objetivo.    

 

 Imagen cortesía de Alexandra Koch, comunidad Pixabay